
Los duendes están felices. Sintieron el mejor despertar en Villa Sarita. Saltan, ríen, cantan. Andan por ahí, son parte de la fiesta, de la fiesta de Guaraní Antonio Franco. Sí, pellizcate Franja: sos del Argentino A.
Ole, ole, ole… El clamor le pone el toque ideal al cierre del partido con San Jorge. Toques, gambetas, golazos. En alguna estrella estará Antonio Franco, el gestor de este grande que hoy vuelve a vivir una luna de miel.
El árbitro Mendoza cierra el telón. Ya está. ¿Para qué más? En un lugar de la platea, el presidente César Decamilli y su grupo cercano se funden en un abrazo que dura varios segundos. Ese karma que tanto arrastraban se terminó. Cerca del banco de suplentes, Daniel Teglia y el resto del cuerpo técnico son un solo estallido.
En la cancha, la invasión provoca que los jugadores terminen semidesnudos. Ostrowski queda envuelto en una bola juvenil, que lo cubre, que lo involucra como un hincha más. Enseguida, Barinaga, la figura, es llevado en andas. No marcó ayer, pero demás está decir que fue la figura determinante para el ascenso.
Hay palmas, desde los cuatro costados. También vuelta olímpica. Todo es color rojiblanco, todo tiene la marca Guaraní.
Los bombos otra vez repercuten, le dan vida a la noche. Los estruendos no paran, los jugadores saltan como chicos. “Dale campeón, dale campeón”, pega de lleno.
Ramos, Medrano, Cosentino, Ponzio, Bruno, Argañaraz todos. El Pájaro Juárez no puede esconder las lágrimas. Pudo haber sido el último logro, él lo tiene claro. La noche es ideal, como si la lluvia que se hizo presente horas antes pasó inadvertida. Todos buscan la foto con los héroes, hasta un joven con un peculiar vestido blanco se prende al festejo.
Guaraní vuelve a reír. Desata su carnaval y cambia de clase. Era hora, hacía rato que debía renacer. Y ahora buscará seguir por ese camino. ¡Salud Guaraní!
La última vez
27
Hacía 27 años que Guaraní no obtenía un logro a nivel nacional. La última vez fue en 1985, cuando se adjudicó el Regional.